jueves, 20 de marzo de 2008

EL LIDERAZGO LABORAL COMO PLACEBO Y MEDIO DE CONTROL SOCIAL DEL SISTEMA ECONOMICO.-Msc. Javier Landivar Castedo

Cuando se habla de liderazgo, salen a la luz muchos conceptos y definiciones que señalan y muestran al líder como una persona con “capacidad de influir” en un grupo o entorno social determinado, siendo esta capacidad una variable siempre presente que “resulta de la convergencia de varios conceptos”, que de forma variada, según autores y puntos de vista, es fundamental como cualidad o facultad innegable en un líder.

Ya desde los primeros estudios acerca de liderazgo de Kurt Lewin, Ronald Lippit, pasando por Richard y Patricia Schmuck, Gibson, y en aproximaciones contemporáneas de Hommans y Morales se considera al líder como el responsable directo de ciertas conductas grupales que son desarrolladas gracias a la capacidad de “influir”, de “persuadir”, de “motivar”, etc., que un individuo determinado por su contexto social, laboral o familiar posee, pero hay muy pocas aproximaciones que expliquen los fenómenos interpersonales e intergrupales que permiten al líder “influir”, “persuadir” y “motivar” a los grupos sociales humanos sobre los que ejerce cierto poder, determinado el mismo por los objetivos por los cuales de debe dar el fenómeno de liderazgo en ciertos entornos.

Es interesante considerar y cuestionar ciertos aspectos inherentes a las capacidades que los lideres poseen en función a los sujetos de influencia, es decir los grupos o personas sobre las que el líder actúa con sus “capacidades especiales” (en este caso en un entorno laboral) siendo necesario considerar al líder no como un individuo con “ciertas características especiales”, sino mas bien como un individuo en el cual determinado constructo grupal deposita su supuesta falta de iniciativa, sus también supuestas falencias motivacionales, su baja autoestima personal y grupal, y lo mas importante, “la ilusión de incapacidad y necesidad de dependencia” todas creadas y perpetuadas por el sistema laboral inmediato en el que se encuentra inmerso, con jerarquías marcadas y gestiones de recursos humanos “deshumanizadas”, sueldos bajos y una realidad social dispersa la cual se ha establecido como una sociedad basada en el poder por la adquisición y posesión de determinados bienes. Es así que la concepción general subconsciente de que “soy lo que tengo”, generada por el consumismo global que justifica en si mismo la existencia de empresas y por tanto sistemas y entornos laborales, determina la clase social, el tipo de vivienda, la calidad y cantidad de “cosas” necesarias, la satisfacción personal o grupal y porque no, la llamada “felicidad”, estado que se refleja de forma clara en la predisposición, forma y medios de conseguir ciertos resultados y alcanzar ciertos objetivos.

Dentro de un entorno laboral (al igual que un entorno social general), la jerarquización de los cargos, por ejemplo, es un directo responsable de la frustración laboral-social que sufren absolutamente todos los miembros de un grupo laboral o social en tanto se encuentren subordinados a un inmediato superior, que se supone, “es mejor”, tiene “mayor capacidad”, y un sin fin de atributos que sin manifestarse explícitamente denigran y frustran al inmediato subordinado. Esta frustración laboral-social ilustrada en el ejemplo anterior, generada y por supuesto, sumatoriamente por un sinfín de factores de índole socio-cultural-cognitivo, crean lagunas y falencias en los miembros de todos los grupos sociales-laborales concebibles, en términos de baja motivación, y principalmente baja autoestima, que no se manifiestan de manera precisa y explicita, si no que se convierten en una especie de masa enfermiza, cuyos ingredientes son todos los hechos y situaciones generadores de frustración que afectan a todos los aspectos relativos al individuo y por supuesto al grupo al que pertenece ejerciendo directa influencia en las formas de interacción del mismo con sus responsabilidades, aptitudes y habilidades laborales requeridas.

De cierta forma se puede decir que el “líder” en realidad actúa como placebo para mitigar todas las “falencias creadas” del grupo laboral de forma dictatorial hacia la búsqueda de objetivos comunes. Estas “falencias creadas” son producto de tantas y variadas fuentes sociales de frustración que “justifican” la existencia de lideres en los que se reconocen muchas “cualidades superiores a uno mismo” que también ejercen influencia en los individuos componentes de los constructos sociales creando automáticamente la necesidad de seguir a un líder, de considerarlo y de hacerlo depositario de sus esperanzas en la búsqueda subconsciente de una mejor situación social-laboral, adormeciendo su realidad y dejándose devorar por la mediocridad.

En síntesis, el líder en su forma mas pura es un placebo para la frustración social-laboral; el líder existe en si mismo por el poder conferido por los grupos subordinados al individuo poseedor de ciertas cualidades que se supone pueden mitigar las nescecidades individuales o grupales (aunque el líder puede surgir de los mismos grupos subordinados, pero con el mismo efecto placebo); el líder en el campo laborar utiliza su concepción de “guía motivador” para dirigir a los grupos carentes hacia una meta totalmente interesada, delimitada por fines económicos y de rentabilidad de la empresa, lo cual cierra el circulo vicioso de una sociedad completamente justificada por el “tener” y no por el “ser”, tomando en cuenta también la representación del significado real de pertenecer a un entorno laboral, que sumatoriamente es responsable y, paradójicamente, parte fundamental del gran sistema social de consumo, lo que lleva a justificar la necesidad de lideres laborales, así como sociales, pero así también es necesario reconocer la importancia que ejerce la frustración social-laboral para que los grupos necesiten y designen a sus lideres, siendo esta una forma de equilibrio social-cognitivo, que no es del todo aconsejable pero por lo menos mantiene la ilusión de que la existencia, en un medio social tan extraño y regido por leyes un tanto entupidas y de orígenes siempre azarosas, tenga por lo menos un aliciente perpetuo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

FELICIDADES POR EL EMPRENDIMIENTO YA HACÍA FALTA ALGO ASÍ, OJALA KE EL BLOG SE DIFUNDA, Y OJALA EN EL FUTURO HAYAN ENTRADAS SOBRE PSICOANÁLISIS PARA HACERNOS UN POKO MENOS DIFICIL LA VIDA DE LOS DE CLÍNICA, jeje


gabriel