martes, 1 de abril de 2008

TRANSFERENCIA: ENTRE EL AMOR Y EL SABER-Lic. Fabiana Chirino O.

Partiré de una frase muy difundida en el campo de la clínica psicoanalítica: “No hay análisis sin transferencia”, lo que conduce a que la condición de la cura es que alguien se sienta “enfermo” por algo de su cotidianeidad que ha dejado de ser cotidiano y se ha convertido en extraordinario, que ha dejado de producirle satisfacción y ahora le produce sufrimiento. Se trata de un mal – estar, que lleva al sujeto a pedir ayuda o demandar un saber o una respuesta sobre lo que de sí mismo desconoce, a un Otro al que le supone un saber, que sin embargo puede ser cualquiera, desde un chamán, un brujo, un médico, un espiritista, un psicólogo o un psicoanalista. La diferencia radicará en la respuesta que este Otro de al sujeto.

Freud, descubrió la transferencia con los impasses en el análisis de Ana O con Breuer, evidenciando que se trataba de un desplazamiento de afectos amorosos u hostiles a la persona del analista, pero que en realidad no le correspondían a él, sino al lugar que encarnaba. De allí, el término transferencia, que viene de transferir, trasladar, trasportar, desplazar algo de un lugar a otro, nos conduce al fenómeno por el cual al analista le son transferidos sentimientos amorosos, hostiles, demandas, acting out, que no le corresponden sino por el lugar que ocupa: el lugar de un saber supuesto.

Lacan, siguiendo la enseñanza de Freud, en el seminario 11 señala: “la transferencia en la opinión común es representada como un afecto, se la califica de positiva o de negativa. De manera general se admite no sin fundamento, que la transferencia positiva es el amor, aunque es preciso decir que este término es usado en este caso de manera muy aproximativa” (Lacan; :), lo que significa que la transferencia va más allá de la relación dual entre dos personas, se trata más bien de un “concepto determinado por la función que tiene en una praxis” la práctica analítica, que implica a dos sujetos del inconsciente: el analista y el analizante.

Conduciendo el concepto de transferencia más allá de lo imaginario, Freud plantea una relación entre transferencia y repetición al decir que “lo que no puede ser rememorado se repite en la conducta. Esta conducta, para revelar lo que se repite se ofrece a la reconstrucción del analista” (Lacan; 1999: 135). Este nuevo viraje del concepto de transferencia hacia lo real, hacia lo que se repite por que no se articula o por que se desconoce por estructura, lleva a Lacan a discutir la diferencia entre la verdad y el saber, siendo la verdad, no el saber, sino más bien el no saber!!. Esto porque la verdad es aquello de lo cual el saber no puede enterarse de lo que sabe, sino es haciendo actuar su ignorancia, de allí la tendencia humana a suponer un saber en el Otro, desde el lugar del desconocimiento.

La verdad es lo que queda sin aprehenderse, es aquello que ningún hombre o mujer ha alcanzado, es aquello que a pesar de ser tan buscado, resulta nunca encontrado. Miller en su libro De la Naturaleza de los Semblantes retoma un cuento para explicar la relación entre la verdad como lo inaprensible y la fábula como semblante, cuando un día la verdad le dice a la fábula: “Una prueba que soy más bella que tu, fábula es que nunca temo aparecer completamente desnuda. Mi velo es el pudor, mis encantos constituyen su adorno, simple e inocente solo persuado en beneficio de la virtud, soy hija de los dioses, alma de los verdaderos placeres, objeto natural de todo lo que piensa, y tu desdichada hija de la ilusión y de la mentira, tu belleza no es más que un disfraz impostor, y tus placeres sueño que se desvanecen”. Ante lo cual la fábula responde: “Oh verdad todos los hombres temen escucharte, pero eres tan difícil de penetrar que escapas incluso a los ojos de la razón…” La razón llamada a dirimir a cuestión señala que la verdad tan pura como bella, es insoportable, mientras que los ornamentos de la fábula sirven sólo para hacer soportable a la verdad.

Este relato nos remite a que la fábula opera como un semblante o velo que encubre la verdad, en tanto ornamentos discursivos o formaciones del inconsciente, que esconden o transfiguran la verdad inconsciente. De modo que, así como La felicidad no hizo feliz a nadie, la verdad está hecha para olvidarse, en tanto que al encontrarse con ella es convertida en objeto a, como ocurrió con el Rey midas, que todo lo que tocaba lo convertía en oro, y en consecuencia lo perdía. Esta sutileza volátil de la verdad, es explicada por Sócrates en el Banquete de Platón, cuando señala que la Aletheia o la verdad, a la vez es horrorosa y es apasionante, pues se ama buscarla, más no encontrarla. Por lo que el Agalma resulta el objeto que cubre al falta que deja verdad, como aquel “ornamento o adorno que lleva a protegerse, adornarse, precaverse”, principalmente de la verdad. Mientras que como objeto que cubre la falta el Agalma es “objeto de discusión y de guerra, dotado de una virtualidad que puede ejercer un influjo nefasto en el sujeto, a la vez que tiene valor único y singular que se va acrecentando con la circulación”. ()

En este sentido, la transferencia es el fenómeno que se produce entre el sujeto que desde su lugar de desconocimiento, no sabe, lo que encubre la verdad inconsciente que determina sus síntoma y su padecimiento, y el analista al que el sujeto le supone un saber, pero que en virtud de su ética, renuncia al saber absoluto, para hacer uso del semblante, de disfraz de saber que el paciente le propone, para mover el deseo de saber del sujeto. Pues de eso se trata de que el amor, no al analista, sino al saber mueva al sujeto de la posición de goce, de bella alma, de desconocimiento, de qqueja a cuestionarse por su deseo y en consecuencia desee saber sobre el saber hasta el momento rechazado.

De allí se entiende que la transferencia es motor o pivote de la cura analítica, que articula el amor al saber, conduciéndolo a la vertiente epistémica, a la búsqueda del Agalma ese objeto preciado que está en circulación entre e sujeto y el analista. En este sentido, el analista usa la transferencia como una estrategia o estratagema que como en la guerra, permite hacerle frente a las resistencias y sostener el deseo de saber, atemperando el goce y habilitando al sujeto a la dimensión de la falta, del no todo y de la responsabilidad sobre su síntoma, sus elecciones y su posición frente al mundo, produciendo más que efectos terapéuticos, modificaciones subjetivas, como ocurrió en el caso J.

J es un hombre de 48 años que llama para pedir una consulta por problemas matrimoniales. El día de la sesión, pregunta por la analista, quien al responderle que era ella, produce en el sujeto una sorpresa: “Ah, había sido joven, pensé que era mayor, no se si va a poder ayudarme, pero como ya estoy aquí, ni modo”. En esta primera sesión, se muestra incómodo, se mueve en el sillón y aprieta sus manos, no puede formular su padecimiento. Dice, “no se si me va a entender, ¿es usted casada?”, frente a la respuesta de la analista, de en que afectaría el saber aquello en “su” problema, él responde que viene por una impotencia sexual que le impide mantener relaciones sexuales con su esposa, “excelente madre, buena ama de casa, buena jefe de hogar”. Frente al silencio, señala que lo que más le preocupa es que él, sí es potente con otras mujeres. Ante la pregunta por estas otras mujeres dice, “esas mujersuchas usted sabe, de la calle, de la vida”. Habla de una serie de aventuras con mujeres que frente a este hombre aparecen desvalorizadas, pero que sin embargo son accesibles al goce sexual. Cabe resaltar en este punto la división que el sujeto obsesivo hace del objeto de amor y del objeto de deseo, ama a la madre, más no la desea, mientras que desea a la mujer desvalorizada, a la mujer “liviana”, más no la ama. Cuando se le señala el día de la otra sesión, dirá que su esposa llamará por el para confirmarme su cita y para pagar la primera sesión, porque el no trajo dinero.

La primera sesión condujo a una segunda donde hablará su mujer, como su “señora, la patrona de la casa”, pero además de la carencia afectiva en su infancia donde el padre, hombre de poco estudio, violento y tomador, maltrata a la madre, “dócil, buena, a quien llena de hijos” a quienes trataba como a peones, “como todo un patrón”. Cuando se le señala la asociación padre – patrón – patrona, queda en silencio, evidentemente afectado, frente a lo cual se recurre al corte de sesión. A partir de este momento, hablará de su ausencia como padre, de su lugar de hijo frente a su esposa quien es madre y jefe de hogar, pues administra el dinero, los tiempos y los proyectos de la familia. “Ella decide todo, yo doy la plata pero ella manda, que se compra que no, si construimos aquí o si vendemos acá, hasta la camisa que tengo que ponerme”. Quedando ubicado en un lugar de impotencia frente a ella. Se le marca la impotencia frente a la mujer – madre – patrona y la potencia frente a la “mujersuchas” con las que tiene aventuras, interpretación que produce a posteriori efectos de modificación subjetiva.

En una de las sesiones siguientes, llega afligido por un problema en el trabajo, ha habido un problema con un superior suyo, que arbitrariamente le ha impuesto una tarea que cree no podrá cumplir. Allí dice, “aquí con usted es el único lugar donde puedo hablar de mis cosas, usted es la única mujer que me entiende, como me gustaría tener en mi vida una mujer como usted”. Ante ello, la respuesta de la analista apunta a acotar el goce y conducir la transferencia hacia la vertiente epistémica del deseo de saber: “que le hace pensar que lo entiendo, tal como usted cree”. Corte que produce nuevos efectos.

Sesiones más tarde dice que viajará, que piensa que los hijos pueden valerse solos por dos semanas, porque “ya son grandes hijos porque tienen 18, 21 y 24 años”, y que ha decidido viaja en unas “vacaciones cortas” con su esposa. A la vuelta comenta, que pudo mantener relaciones sexuales con su esposa y que la pasaron como los novios que eran “antes que lleguen los hijos”. Ante la pregunta de lo que produjo el cambio, señala que hizo una “dañinera”, que le compró ropa interior su esposa “de esas que usan las jóvenes, esas atrevidingas”. Significante atreidingas que ya no marcan con exclusividad a la mujeres desvalorizadas, sino a la ropa con la que La Señora, adquiere el estatuto de mujer con la que el sujeto se habilita al goce sexual.

Con esta viñeta, se puede evidenciar como la transferencia al inicio ausente, ocupa su lugar como pivote de la dirección de la cura de este caso, en tanto permite el pasaje del no saber al construir un saber sobre la verdad inconsciente, así como el pasaje de la impotencia frente a la mujer, hacia una rehabilitación del deseo por la vía del amor.

No hay comentarios: